Todo debe seguir igual

No debería.

Cuando muere una sola persona, independientemente de su nombre y circunstancia, nada vuelve a ser como antes. A pesar de ser curso natural de la vida. A pesar de ser una gota menos en un vasto océano. Siempre se produce una sacudida que se extiende como una onda en el agua.

No debería.

Sin embargo, cuando una persona muere a manos de otra, la agitación se traduce en una pregunta: ¿por qué? Solo cuando de tu acción depende la vida de un inocente se puede dar una respuesta válida. Todo lo demás es injustificable más allá de cualquier distinción o filtro, más allá del ser humano.



Hoy no debería ser un día triste. No debería porque lo es. Pero de nada sirve llorar. No se puede resucitar a alguien con lágrimas. Da igual lo mucho que lo intentemos; lo máximo que pasará es que nos ahoguemos en nuestro llanto y desesperación.

No debería.

No existe remedio milagroso para combatir el dolor. Cuando alguien se nos va, a su hora o antes de tiempo, siempre nos queda algo de culpa o remordimiento. Y no hallaréis ningún libro que contenga la respuesta a vuestras plegarias.

No debería.

Sé que duele. Sé que muchos desearán cambiarsa por los que se han ido. Sé que muchos lo intentarán. Porque no es difícil estar sobre el alambre y no ver un suelo en el que caer.



Da igual lo que diga. Yo o cualquiera. Nada cambiará un solo instante de lo ocurrido ayer o siempre. Y no podremos evitar que vuelva a suceder otra vez. Pero tenemos una oportunidad para con el futuro.

Todo debe seguir igual.

Si caemos en los brazos del miedo, del odio y de la venganza, todas estas muertes en vano cobrarán sentido al fin: serán el motivo de las muertes venideras.

Y eso, no debería...