Las aventuras de Pam y Pling

Me encanta cómo se os va la pinza con esta historia, a la que de momento no veo fin porque cada vez se lían más los acontecimientos. En el último post muchos os animásteis a seguir, otros parece que os limitasteis a decir que estaba quedando muy chula. ¡Animáis y dejad vuestra ida de olla! Yo me lo estoy pasando pipa. ¿Qué pasará en el próximo capítulo? :)


"Érase una vez, en un país lleno de camisetas mutantes, dos locos niños que soñaban con ponérselas todas. Buscaban la manera definitiva de conseguir estrenar cada día una camiseta nueva y original. Y entonces tuvieron la idea perfecta. Tras planearlo detenidamente y ponerse sus mejores galas pensaron en llamar al superhéroe más famoso de la historia mundial habida y por haber y de conseguir un unicornio. Después, decidieron subirse en el unicornio y cabalgar en dirección a la ruta 69 que le habían recomendado, ya que al final de la ruta se encontraba el hombre más sabio del mundo que podría ayudarles a solucionar su problema. Se pusieron en marcha y encontraron por fin al superhéroe que tanto ansiaban encontrar para que luego les dijeran que no había camisetas de su talla. Y se pusieron a llorar.

Pero Pam, el más aventurero de los dos, repentinamente dejó de llorar, pues no pensaba darse por vencido. También Pling se secó las lágrimas y siguió a Pam, que tenía un nuevo plan: conseguir la tarjeta dorada que se encontraba en el monte del olvido y de esta manera conseguir cada una de las camisetas. Pero ninguno de los dos sospechaba que una misteriosa sombra les seguía de cerca. Era la sombra de una camiseta muy especial. ¡La camiseta mágica de las 1000 tallas! Una camiseta que le estaba bien a cualquier persona que se la pusiera. ¡Pero solamente había una! Y se pelearon por ver quién se ponía la camiseta antes.

De repente, escucharon un estrepitoso ruido surgido de detrás de un árbol, así que fueron a investigar.
-Una gran e inmensa lámina con bordes hiper grandes de color blanco- murmuró Pam en silencio para que la lámima no le escuchara al tiempo que caminaba lentamente hacia atrás.
-Y encima sin marco- gritó Pling.
¿Quién se quedaría con qué? Decidieron ir a cazarla para que cada uno tuviese algo y no pelearse. Pero entonces la lámina salvaje se convirtió en unas zapatillas, cada una de una talla, porque no las reponían. Y estas empezaron a caminar dejando una estela de huellas en el barro. Los dos aventureros pamplineros se miraron sin saber hasta dónde les llevarían aquellas zapatillas. Y decidieron seguirlas".